1 fuet no muy blando
100 gr de azúcar blanco
50 ml de agua
Cortar el fuet en láminas finas, de unos 2 mm de grueso. Poner el agua y el azúcar en una sartén a fuego lento, removiendo a menudo hasta conseguir que se caramelice. Incorporar los trozos de fuet dentro la sartén. Una vez caramelizados, repartirlos encima de una lámina de papel de horno o cualquier superficie antiadherente y separarlos entre ellos con la ayuda de algun utensilio de cocina.
Dejar enfriar y probar. En caso de no consumir de inmediato, se puede guardar en cualquier recipiente hermético, siempre fuera de la nevera para mantener la textura crujiente.