La butifarra de perol es uno de los máximos exponentes del aprovechamiento en la matanza del cerdo. Recibe el nombre de «perol» por el recipiente donde tradicionalmente se cocían estas butifarras. Se elabora con el intestino delgado, que se rellena de las carnes que van al perol: la carne de la cabeza y del hombro, el tocino, la papada y las cortezas, todo aliñado con sal y pimienta. El resultado es un embutido muy sabroso y meloso, características que lo hacen muy apreciado. Se puede consumir al natural o se puede dejar secar para conseguir un sabor más fuerte. También se come a la brasa o frito, acompañando legumbres o verduras.